Por Jonathan Minila Alcaraz

Comienzo en primer lugar por
recomendar, para quienes jamás hayan visto una película de Lynch que si no
conocen su trabajo, antes de adentrarse en el mundo de Inland Empire, lo
mejor es ver las dos películas previas a esta Lost highway (1999) y Mulholland
drive (2001), con lo que parece completar una trilogía en la que ha
venido experimentando constantemente los mismos elementos: los desfases en el
tiempo, las secuencias discontinuas, los diálogos dispersos (por lo menos en
apariencia); el ambiente onírico, las primeros planos expresionistas; las escenas
de, su muy típico, humor negro; pero sobre todo su marcado concepto del tiempo,
fuera de toda concepción tradicional, que torna, al menos estás tres películas,
en historias agresivas, difíciles, y hasta incomprensibles, por lo menos en el
termino particular de nuestra concepción narrativa.
Esta recomendación, claro, no necesariamente tiene que
tomarse en cuenta, ya que habrá quien, sin conocer los trabajos previos de este
genio, quede encantado con está película que logra tres cosas en particular:
que lo ames, que lo odies o que quedes totalmente confundido. Sin embargo es
necesario tomar en cuenta que, aunque con pocos recursos y en formato digital, Inland
Empire resulta ser la más experimental y la más larga de sus películas al
durar casi tres horas.
¿Yo? Yo quedé encantado, y con ganas de volver a
repetir esta experiencia audiovisual única, que nos adentra un mundo de
sensaciones que solo puede ser creado por el inigualable director David Lynch.
INLAND
EMPIRE
Desde el primer momento, al
cruzar la puerta de la sala de
proyecciones, sin darnos cuenta, nos adentramos al mundo lyncheano a través de
un elemento que se vuelve recurrente en la película. Quizá parezca una sobre
interpretación, y tal vez lo sea, pero si resultamos observadores podremos
darnos cuenta que es por medio de esto, de las puertas, que Lynch somete a sus
personajes a entrar en laberinto de pesadilla cada vez más difícil de
descifrar, donde terminan por perder los pies y comienzan a mezclar, aferrados
a un mundo lejano, lo real con lo desquiciante que les impone el autor.
No nos adelantemos tanto.
Una vez que, sin saberlo,
hemos entrado en el mismo laberinto, y estamos cómodamente sentado en nuestro
asiento, donde nos esperan poco menos de 3 horas, sin que esto vaya a resultar
una tortura por que Inland Empire tiene la particularidad de suspender el
tiempo, haciéndolo que pase en un suspiro; la oscuridad es invadida por un
potente foco de luz que rasga la pantalla para iluminar el título del film:
Inland Empire.
El tren ya no se puede
detener.
Un acetato comienza a
deslizarse bajo la aguja de un viejo tocadiscos, mientras una voz masculina
anuncia entre aplausos, como si fuera el sonido de una vieja canción recordada
a retazos por la mente delirante de una amnésica, el inicio de la historia. A
partir de ese momento todo puede suceder. Las interpretaciones de la película
pueden ser muy variadas, y me atrevo a decir que pueden ser tantas como
espectadores hay en la sala. Eso, claro, hablando en términos particulares. Por
que es uno de los secretos para no volvernos locos. El mismo Lynch lo declara;
lo importante es la idea general. Lo particular son extractos que pueden servir
para ambientar el infierno mental de los personajes, y darnos un enfoque
general de la historia. Eso es precisamente lo interesante. Salir de la
película no solo para recordarla, sino para conversarla, pensarla, y tratar de
digerirla como algo que, a diferencia de muchas otras, no se nos entrega
fácilmente.
Lynch declara que la
construcción de la historia fue durante el proceso. Primero nació una escena en
su mente, luego otras, y durante el transcurso se fue formando la historia. Sin
embargo, aquí intentaré plantear algunas posibilidades que, aunque comparten
carriles, son las formas en que la historia se me descifró en la mente mientras
miraba la película.
En primer lugar la película,
como dije antes, me parece un crítica a la famosa fábrica donde “Las estrellas hacen sueños, y los sueños
hacen estrellas”. Eso, según yo, está representado, además de por una obvia
historia que se descifra muy fácilmente, o eso creo, a través de muchos
personajes símbolo que representan el mundo hollywoodense, como el hipnotizador
que a mi modo de ver es la personificación del encanto que causa la fama y el
oscuro fondo de ese mundo desconocido. Las mujeres que bailan son,
precisamente, todas aquellas que han caído en las redes de ese hombre que las
ha conquistado de manera extraordinaria, al extremo que hacen cualquier cosa
por estar con él (con la representación), hasta prostituirse si es necesario.
Eso me lleva a contar la
historia del siguiente modo: Nikki Grace (Laura Dern), es candidata para
protagonizar el remake de un film, basado en un cuento gitano, que tiene tras
sí una anécdota medio espeluznante: jamás se pudo terminar de filmar la primera
vez por que los dos protagonistas fueron asesinados por el marido celoso de la
actriz principal. Antes de que Nikki sea confirmada para el papel, y de que sea
enterada, junto con el co-protagonista Devon Berk (Justin Therox), por el director
Kingsley Stewart (Jeremy
Irons), de la
extraña condición en que se había interrumpido la película; Nikki recibe la
visita de una excéntrica vecina (Grace Zabriskie) que viene a adelantarle no sólo
que ha sido elegida para interpretar el papel, sino para advertirle de la
leyenda que pesa sobre dicho filme.
Desde ahí se producen diversos acontecimientos que transforman la situación, por medio de bifurcaciones y traslaciones extrañas en el sentido de la trama narrativa. Así, pues, tenemos una película en curso que es una versión americana de una película polaca que jamás se terminó de filmar, en la que se busca adaptar a su vez, una leyenda gitana que se basa en un supuesto caso real de celos maritales y adulterio consumado. Aquí se forma, quizá el primer paralelismo, cuando en el rodaje anterior, el dudoso adulterio de los actores principales repite como un espejo la acción de sus propios personajes, causando con esto el inicio del laberinto donde cae Nikki cuando arranca la grabación de la versión americana. Claro que aquí es donde la subjetividad del espectador hace su aparición, por que, como lo declara una y otra vez Nikki, el sentido del tiempo parece invertido y ha sido reemplazado por una temporalidad esquizofrénica, producto quizá de algún tipo de maldición que recae sobre la propia leyenda gitana. Es por eso que, algunas veces, se puedan encontrar mezclados terrenos de las dos ciudades (Los ángeles, y Polonia), como si se combinaran para crear una contigüidad entre esas dos realidades asimétricas.
Desde ahí se producen diversos acontecimientos que transforman la situación, por medio de bifurcaciones y traslaciones extrañas en el sentido de la trama narrativa. Así, pues, tenemos una película en curso que es una versión americana de una película polaca que jamás se terminó de filmar, en la que se busca adaptar a su vez, una leyenda gitana que se basa en un supuesto caso real de celos maritales y adulterio consumado. Aquí se forma, quizá el primer paralelismo, cuando en el rodaje anterior, el dudoso adulterio de los actores principales repite como un espejo la acción de sus propios personajes, causando con esto el inicio del laberinto donde cae Nikki cuando arranca la grabación de la versión americana. Claro que aquí es donde la subjetividad del espectador hace su aparición, por que, como lo declara una y otra vez Nikki, el sentido del tiempo parece invertido y ha sido reemplazado por una temporalidad esquizofrénica, producto quizá de algún tipo de maldición que recae sobre la propia leyenda gitana. Es por eso que, algunas veces, se puedan encontrar mezclados terrenos de las dos ciudades (Los ángeles, y Polonia), como si se combinaran para crear una contigüidad entre esas dos realidades asimétricas.
Para terminar, como si fuera
el mismo Henry
Spencer en Eraserhead (que fantasea con la existencia de un teatro de vodevil
detrás del radiador de su habitación); Lynch nos enfrenta con el personaje de
una mujer polaca, espectadora al parecer de todo lo que sucede en el desarrollo
de la película, a través del monitor de un televisor, que al verse sin señal,
nos da la idea que todo sucede en su mente o en sus recuerdos. Ahí es donde
quizá nos podemos enfrentar a otra interpretación de la historia, aunque no tan
fuera de lo que me pareció antes. ¿Quién es esta mujer? Para algunos una mujer
atrapada en un infierno de dolor, (que al final es rescatada por la misma
Nikki, cuando las vías paralelas se funden en un beso del que desaparece esta
última eligiendo así quedarse en uno de los mundos en que se divide su
realidad).
Quizá esa mujer polaca es sólo espectadora del mal que sufre una mujer (Nikki) recordando así lo que ella misma sufrió; de ahí la lágrimas y el dolor en el transcurso. En la pantalla del televisor surgen cosas que la afectan; de nuevo la infidelidad, ese mismo falso sueño, el deslumbramiento de la fama, las consecuencias (el que haya quedado embarazada de otro hombre). A mi forma de ver las escenas de los conejos antropormórficos, que participan en un sitcom con sonrisas enlatadas, (idea rescatada de Rabbits, cortos filmados por Lynch para su distribución en su web oficial), es también una crítica de la simpleza y del vació que existe en ese mundo. Es por eso, a mi forma de ver, la coincidencia en el número 47 de la habitación donde rescata a la mujer polaca, y el número de la habitación misma donde se desarrollan las escenas de los conejos.
Quizá esa mujer polaca es sólo espectadora del mal que sufre una mujer (Nikki) recordando así lo que ella misma sufrió; de ahí la lágrimas y el dolor en el transcurso. En la pantalla del televisor surgen cosas que la afectan; de nuevo la infidelidad, ese mismo falso sueño, el deslumbramiento de la fama, las consecuencias (el que haya quedado embarazada de otro hombre). A mi forma de ver las escenas de los conejos antropormórficos, que participan en un sitcom con sonrisas enlatadas, (idea rescatada de Rabbits, cortos filmados por Lynch para su distribución en su web oficial), es también una crítica de la simpleza y del vació que existe en ese mundo. Es por eso, a mi forma de ver, la coincidencia en el número 47 de la habitación donde rescata a la mujer polaca, y el número de la habitación misma donde se desarrollan las escenas de los conejos.
Aunque puede haber
otra manera más, y otra, y otra de interpretarlo todo. He escuchado gran
variedad de puntos de vista al respecto, y todas me parecen que tienen
observaciones acertadas. Eso incluye claro, escenas que yo había pasado por
alto, y que al recordarlas en una de tantas conversaciones, me saltan a la
mente derrocando mucho de lo que pensaba antes. Por ejemplo, como alguien me
dijo, la muerte está jugando un factor muy importante, y quizá todo es la
interpretación de alguien que no está ya en el mundo de los vivos, causando de
nuevo una interpolación entre dos paralelismos. (Pensemos en la escena donde se
nos remonta, ¿sólo aparentemente?, a una sesión espiritista). No sé; quizá toda
la historia, como alguien la contó, podría ser mucho más sencilla: Tal vez solo
trata de una prostituta polaca que mira algo que le hace recordar la historia
que tuvo con su marido; mezclando su propia historia, con la vida privada de la
actriz (creada por su imaginación). De ahí, tal vez, que al final el marido de la
polaca que antes miraba el televisor, sea el mismo que el de Nikki. (Recordemos la escena cuando el marido de
Nikki habla con unos polacos y Nikki dice que no entiende; el marido le
contesta: “Entiendes más de lo que crees”).
En fin. Este filme,
Inland Empire, en el que Lynch recurre de nuevo a ese ambiente teatral, lleno
de escenarios, con esa frecuencia del color rojo, es un regalo de sensaciones.
Y aunque estoy seguro que he dejado atrás muchas cosas que cambiarían por
completo cualquier interpretación, creo que no importa tanto por que lo
interesante aquí es dejarse arrastrar por todas las emociones que Lynch nos
regala. Por ejemplo aquella que viene con la escena donde Nikkie, hablando con
Devon, se interrumpe y dice: ¡Por dios, esta conversación parece uno de
nuestros guiones! Entonces el director Kingsley Stewart, enojado, grita: ¡Qué pasa! Devon se confunde
completamente y Nikki se trastorna al darse cuenta que está grabando una escena
de la película. Es precisamente ese momento en que notamos, y ella lo hace
también, que su percepción de la realidad ha dado un salto esquizofrénico
importante. (Da terror).
Igual aquella divina escena cuando Nikki muere
entre unos vagabundos (una mujer de color, y una pareja formada por una joven
japonesa y un negro), de la que no contaré nada para que, por favor, pongan
atención a todo lo que se desarrolla (lo que cuenta la joven japonesa de nuevo
me parece una importante crítica).
Lo mejor es que ustedes mismos se formen
su percepción de la historia y se llenen de ese mundo Lyncheano que, estoy
seguro, les causará muchos sentimientos diferentes. Por que sin importar lo que
suceda, y lo que sea, Lynch, mundo entre mundos, espejo frente espejos, es el gran
imperio de las sensaciones.
JONATHAN MINILA ALCARAZ
16-07-07
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