Mágale y su pintura


Por: Lucero Abascal
 Hablar de la obra de Mágale es irnos a la esencia de su ser, pues es la pintura el elemento permanente en el transcurso de su vida.
     Pocos días antes de morir se le vio sentado en su silla de ruedas frente al caballete. La posición  le resultaba incómoda por las molestias físicas, como el adormecimiento de sus piernas que, poco a poco se convertía en fuerte dolor y era el motivo que lo hacía volver a la cama.
     Cuando el dolor lo inundaba su rostro palidecía y su voz manifestaba la queja, se tomaba el medicamento se untaba pomada en las piernas, pacientemente esperaba que el malestar disminuyera.
      “Normalmente” después del almuerzo, entre once y doce del día, pedía lo pusieran frente a su caballete para continuar su obra. A veces, sólo era una mancha de color, otras ya para terminar les ponía detalles finales y otras más para iniciar, así ponía lienzo en blanco y sin detenerse a pensar en qué color o en el tema, tomaba su pincel, ponía pintura en la paleta y listo a manchar.

From the dead/Mágale

     Si te quedabas a su lado podías comprobar que no se distraía aún cuando estuviera platicando de lo que fuera. Era como si pintara por intuición.
     Me fascinaba ver la soltura con que extendía el color, si iniciaba con rojo complementaba con azul y contrastaba con amarillo, varias veces me puse a pesar cómo es que no ensuciaba el color, y es que debió ser una cualidad intrínseca en él, una habilidad tan desarrollada en el manejo del color que, aún poniendo todo el espectro cromático éste permanecía limpio y brillante pero sin saturación.
     Al terminar de manchar el colorido en sí mismo ya era valioso y  el poder de su imaginación sabía encontrar el tema o motivo que “lograría la obra”.
     Cuando se ingresa a la Academia de Pintura nos enseñan las normas: de inicio elección del tema y los esbozos, en seguida el boceto final en papel y el trazo en el lienzo con carbón y finalmente el delineado y la aplicación del color iniciando por el plano más lejano.
     La obra de Mágale poco toma de este largo proceso y digo largo porque muchas de las veces en un día iniciaba y terminaba el cuadro.
     Maravillosa experiencia ver que de un fondo predominantemente rojo hacía surgir un rostro, lo delineaba en azul y sombreaba con tonalidades verdes, logrando un contraste fuerte pero agradable a la vista.
     Para su trazo libre jamás usó métodos de composición, él me enseñó que éste es un recurso y nunca un sistema. Él era muy libre en el manejo del color, del ritmo, del espacio, de la textura y  de la línea hablando de la forma y en el contexto social sus temas tan emotivos, profundos e ideológicos le dieron el enfoque “Neo-expresionista-figurativo” por señalar un movimiento.
     “Qué manera de ser tan libre y tan gozoso”
     Un pintor que se consumó a base de trabajo, de pintar, de dibujar, de imaginar y de amar.
     En su obra el colorido nos refleja siempre un alma vibrante, en su trazo la decisión y su postura recta y firme ante la vida y en sus temas nos va a hablar de su amor a la vida, de su fascinación por los rostros indígenas, de su sentimiento de protección en sus maternidades, de la pasión de la pareja y de su inmenso amor por su esposa Elvia, a quien innumerables veces retrató en sus obras.
     A finales de 1968 cuando llega al Barrio del Artista con el maestro José Márquez Figueroa iba con la idea de aprender a pintar costumbrismo, es decir, temas como patios poblanos, paisajes de los volcanes, cúpulas de iglesia o bodegones.
     Al paso de los días mientras hacía sus ejercicios al lápiz, el maestro Márquez lo cuestionó:
-“¿Cómo es que teniendo esta sensibilidad, quiere dedicarse a la pintura comercial?”
   No Mágale,  le aconsejo que si usted mantiene a su familia de otra cosa, dedíquese a buscar un estilo y observe la pintura actual.
     Así fue que con su maestro y algunos compañeros del Barrio del Artista fundaron el primer taller de Arte Contemporáneo en Puebla, se dedicaron entonces a “ejercitar” la imaginación  y con ello la creatividad.
     No pasó mucho tiempo para que Mágale lograra su primer rostro horizontal, de frente y dividido a la mitad en la obra “La niña de las flores”, su maestro quedó sorprendido por la forma de resolver la figura humana, la dulzura del rostro y el colorido tan simple para este su primer gran cuadro. A este siguieron muchos otros: “Violinista”, “Saltando la cuerda”, “La mujer del clavel” por mencionar algunos,  todos con su marcada tendencia a un estilo geométrico, en sus primeros años puliendo mucho el color y en los seguideros dejando la huella del pincel.
     Cuando en hojas blancas “garabateaba” con lápiz, no pasaba más de una hora y ya tenía cinco o seis esbozos, le resultaba tan fácil concretar una idea, pero lo mejor era cuando lo llevaba al lienzo y la magnificaba a una dimensión asombrosa. La mayoría de sus bocetos quedaron así, pues al llevarlos al óleo en el proceso descubría algo y terminaba la obra siendo otra cosa. Varias veces ya terminado un cuadro si no le complacía lo borraba y volvía a empezar. Nunca dejó algo que no le gustara, parecía como si tuviera más ideas que bastidores y no quería desaprovechar ninguno.
     Sus técnicas de inicio se ampliaron al paso del tiempo del lápiz al carbón, de éste a la aguada y a la acuarela y de ésta a su material favorito, el óleo. Aún cuando en los años noventa pintó gran número de obras con acrílico y textura, decidió retornar la óleo por ser más noble.
     Mágale pintó en cartón, tela, madera, terciopelo, plástico, vidrio alfombra, muro y en puertas de closet, además usó diversas texturas como aserrín, arena, papel higiénico y unicel, combinó técnicas incluso uso pinturas de esmalte. Era como usar todo lo que tenía a la mano y no desaprovechaba oportunidad para probar algún material novedoso.
     Su taller en casa estaba lleno de: bastidores y marcos de diferentes medidas, con sus restiradores llenos de trabajos de dibujo, pintura y escultura, de tubos de óleo, frascos de acrílico,  pastillas de acuarela, botes de arena, bolsas de aserrín, pinceles, brochas, cajas con retazos de unicel, ladrillos refractarios, piedras para montar esculturas, bolsas de barro, hilos y plásticos de empacar, herramienta, clavos, armellas, grapas, solventes y su aparato de sonido que, en conjunto creaban una agradable atmósfera que lo bañaban de dicha y lo hacían cantar, a veces música ranchera,  boleros, balada y algunas de rock como “Let it be”. Además apreciaba la música clásica en especial Franz Lizt, Shubert y Bach.
Farol/Mágale


     En la escultura se inicia en el año 58 cuando de un tronco de árbol toma un trozo de madera y talla con una navaja la silueta de una mujer, después en el Taller de Arte Contemporáneo elabora máscaras de papel maché y esculturas con la misma técnica pero con estructura de alambre, incluso hace una fusión con madera, óleo y alambre.
     Años más tarde usará envases de plástico manipulados y deformados al calor, modelará plastidurina, plastilina epóxica, barro y cera; hará vaciados en resina, en plata, en cobre y en bronce. Respecto de la temática insiste en maternidades, parejas, elementos indígenas, rostros prehispánicos, bailarinas y por supuesto Elvia.
     Con este sin fin de opciones que le brindaron los materiales, Mágale se inmortaliza a sí mismo y a Elvia como su fuente de inspiración.
     Artista completo que hizo suyas la pintura, la escultura y la poesía lírica en la cual escribe sobre sus conceptos de vida y muerte, Dios y hombre, Elvia y sus hijos.
     Toda su creación tiene que ver con la fuerza, con lo sutil y con lo profundo.
     De sentimiento intensos y de personalidad apasionada. Nos dejó en su obra plasmado a un ser tan completo que jamás al verla se creería que Mágale estaba parapléjico y propiamente ciego.
     Fue un lienzo de treinta por cuarenta centímetros el que dejaría pendiente en su caballete, éste solo esboza una mancha de tonalidades de bermellón matizado con blanco y ocre, con un área sombreada,  muy posiblemente con sombra natural y violeta.
     Todo artista tiene una obra inconclusa y ésta la última obra de Mágale así quedó… o quizá está terminada y no lo podemos saber… o tal vez pintó lo último que vio.
   
       Con su pincel en la mano frente al caballete, con sus zapatos cafés salpicados de pintura, con su pantalón de mezclilla, con su camisa a cuadros este sencillo ser humano nos enseñó que en esta existencia “La vida es lucha”  “ Y como todo guerrero hay que salir a dar la batalla aunque en ella dejes la vida”.
                      1935 ---------------------------------------------------------2005
               MÁGALE UN SER, UN HOMBRE Y UN ARTISTA AUTÉNTICO  
     

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