Sobre “Buscando a Eric“ de Ken Loach

Por Marcos Hidalgo Sánchez
En esta película en realidad, no interesa mucho el trabajo de Barry Ackroyd, cuya fotografía
sólo cumple con los requerimientos estilísticos del director, ni el de George Fenton, cuya 
música simplemente hace un poco de magia discreta en uno que otro momento de tensión en 
la película. En su lugar, tendremos que poner nuestra atención sobre los propósitos didácticos 
–en la mayoría de las ocasiones, políticos- de Ken Loach, cuyo estilo como director, se ha 
centrado más en una especie de british social realism, ideal para el desenvolvimiento de 
personajes pertenecientes a la clase trabajadora británica o para generar consciencia respecto 
a la problemática global dentro de las sociedades contemporáneas. Y claro, también a las 
ocurrencias que el guion de Paul Laverty se permite al incorporar de manera bastante cómica 
(e incluso con reminiscencias de cierto realismo mágico) al personaje de Cantona. 

Sin estropear la historia, la película oscila entre la comedia que afirma la vida y la catástrofe 
acerca de Eric y su familia. Y aunque en ocasiones el tono melodramático y sentimentalista 
del filme nos dará la apariencia de cierta predictibilidad, a mi parecer, éste es un recurso que 
ayuda a aliviar la anécdota de cualquier incomodidad política, tal y como hace por 90 minutos, 
un estadio de futbol. No obstante, la película no pierde de vista la crudeza social en la que 
vivimos, tomándonos por sorpresa con escenas como la del cateo o la del narcotraficante 
humillando a Eric Bishop. 

Tal vez la situación y desafíos a los que se enfrenta el protagonista, también puedan 
parecernos bastante montados, sin embargo, tomando en cuenta las pretensiones de Ken 
Loach, se trata de una realidad sintética, en la que se abordan diversas problemáticas sociales, 
tales como el individualismo, la apatía, la sujeción ante la adversidad, la impotencia y las 
contradicciones del trabajo en el sistema de producción capitalista. Podrá parecernos entonces 
que el filme es pretencioso al querer plantear de manera tan breve, temas tan complejos 
como el narcotráfico, la admiración irracional hacia ciertos iconos y la situación social de la 
clase trabajadora inglesa, pero no perdamos de vista que ante una realidad con un alto grado 
de inconmensurabilidad, la síntesis es la mejor opción y más si nuestras intenciones son 
didácticas. Pienso, pues que el guion capta de manera singular, la esencia política con la que 
Loach ha venido trabajando. En palabras de Laverty: “Cada historia es política porque hay que 
elegir los personajes y su entorno, cómo los tratas y los valores que retratarás en la película”.

Como el título de la película lo dice, ésta trata sobre la búsqueda que Eric hace de sí mismo; 
como ídolo y como fuerza simbólica que subyace dentro de cada persona. Esto a través de otro 
ídolo y símbolo como lo es Cantona; alegoría de esa grandeza interna dentro de cada uno de 
nosotros y que solemos proyectar en la apoteosis del héroe. Todo sucede alrededor de dicha 
dualidad que encarnan estos dos Erics; uno es el polémico futbolista Eric Cantona (interpretado 
por sí mismo) y el otro Eric Bishop, un cartero interpretado por Steve Evets, a quien vale la 
pena dar mérito por lograr darnos la autenticidad de un complejo personaje que transita por 
el miedo, la culpa, el abatimiento y la fragilidad para encontrarse con el valor, la asertividad y 
coraje propios.

Abundan esas dualidades y paradojas a lo largo del largometraje. La búsqueda del protagonista 
por recobrar la confianza en sí mismo con ayuda de un futbolista con exceso de ésta. Un 
obrero siendo instruido por una estrella del balompié; siendo aconsejado por una figura de 
irresponsabilidad mediática y conductual reconocida. Ese invento inglés que ellos llaman 
football, generando consciencia social.

A pesar de todo lo anterior, Cantona es quien sabrá enseñarle que un pase es la jugada 
más memorable que se puede hacer en un partido; confiar en nosotros mismos y en 
nuestros compañeros de equipo. Y esto será pauta para que, con ayuda de la solidaridad, la 
cooperación organizada y el compromiso social, Bishop pueda tomar nuevamente, las riendas 
de su vida.

Se trata de una apología del hooligan (Bishop y sus amigos), como un ser lleno de pasión 
y voluntad de cambio. Reivindicándolo a través del valor gregario del futbol, la relación 
que tiene con el proletariado y cómo le permite a éste, liberarse, por un momento, de sus 
preocupaciones. Esto en contra de las percepciones negativas que existen en torno a este 
deporte, visto siempre como violencia insensata, como negocio sumamente rentable, como 
opio del pueblo y lleno de jugadores codiciosos que sólo buscan monopolizar el balón, 
incapaces de jugar en equipo y mucho menos, de ofrecer su ayuda a un trabajador cualquiera, 
olvidando que es éste quien paga los lujos con los que vive.

Es tal vez, esta deuda la que desencadena toda la historia. Porque como alguna vez dijo Juan 
Villoro, “el futbol concede la gloria sin pasar por la justicia”. En esta ocasión, el futbolista tendrá 
que pasar por esa justicia que con facilidad ha evadido, tendrá que reivindicarse ayudando 
–aún como alucinación- a un desdichado cartero, devolviéndole la confianza en sí mismo y 
mostrándole cómo impartir justicia a lo Cantona, una inmediata y espontánea, lanzando una 
patada a quien se la merece en el momento adecuado, sin inhibiciones, sin tomar en cuenta 
que millones de espectadores te estén viendo, haciendo gala y sirviéndose de la propia fama 
y divinidad. Para ilustrar lo anterior, cito nuevamente a Villoro: “La pelota reclama afecto. Si 
es pateada con pasión, el tiro acabará en las redes. Si es pateada con angustia o despecho, 
acabará junto a un vendedor de cervezas”.

Este es el vigésimo sexto largometraje de Ken Loach y a pesar de tener un tono más ligero 
que otros de sus trabajos como Riff Raff o Tierra y Libertad, mantiene su compromiso político, 
siempre pensando en la participación del público. “Sólo el 50 por ciento del proyecto es 
nuestro trabajo. El otro 50 por ciento es lo que la gente trae en su mente y su imaginación y 
experiencia.” – P. Laverty. 

Referencias:

• Buscando a Eric, un cuento de hadas actual. (Marzo 3, 2010). Recuperado de: http://
www.lavozlibre.com/noticias/blog_opiniones/15/55191/buscando-a-eric-un-cuento-de-
hadas-actual/1

• Working class life, two Erics and teamwork. (Junio, 2009). Recuperado de: http://
www.socialistreview.org.uk/article.php?articlenumber=10860

• Buscando a Eric. (Marzo 26, 2010). Recuperado de: http://cachecine.blogspot.mx/2010/
03/buscando-eric-7-10.html

• Eric Cantona, El Diógenes de las canchas. (n. f.). Recuperado de: http://
revistareplicante.com/eric-cantona-el-diogenes-de-las-canchas/

• Villoro, J. (2006). Dios es redondo. México. Editorial Planeta.

Marcos Ignacio Hidalgo Sánchez

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