Poemas de Andrea Esparza Navarro


De la oscura persistencia del sol
camino el medio día de un sol lleno de sudor
  su aliento cansado rechina en mis pies

él se imagina funesto  fruto  fertilidad
pero no es más que un fatal espejo que imita un incendio
(el incendio de una tierra que ni al arder posee luz)

me arrancaría la piel  para con la brasa de mi carne
enseñarle que el fuego se dice
en el silencio y la oscuridad
  pero es sol no cree en la sombra
no entiende de finitudes
no intuye que a veces debería irse
silbar como los vientos
danzar con la lluvia

quién le dirá que lo piensa la muerte desvelada
  que su olor a desierto es un sueño que nadie tuvo
     que es la enfermedad que el hombre no conoce

que es noche   desde los inicios
  noche de confines
en la que él es sólo un cuento de inmortalidad.







En espera de la ocho

a esta ciudad nada importa el sudor de la pluma
delirios y huellas no son hallazgo
  sino golpe a la respiración de las aceras
arde un impulso de concreto
  los cimientos calzan la venganza de tornarse cuesta arriba
                     dirigen una orquesta de músicos sufrientes de su paso


                     esguinces y cansancio son contenidos en una nota
                     partitura la dolencia   la voz agitada

pero en esta calle casi equívoca
esa sinfonía—mate amargo se arrepiente
se vuelve cicuta para todo sonido
coágulo del tiempo
letargo progresivo

el viento advierte una espera que escapa a las palabras
esta calle acecha con sus contornos y sus silencios—cien—nudillos

qué espera es ésta que atrofia el movimiento



—ha de llegar aquel sonido que nos salve
       uno desafinado hasta los huesos
          que guarezca nuestros pies
   ha de volver aquel ritmo del que dios se ha olvidado
   a quitarnos la parálisis   el silencio
   a devolvernos el mundo—













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